viernes, 14 de marzo de 2014

DE COLE A PORTER EN UN SOLO PASO. Gregory Porter (Bilbao, 12/03/2014)

Gregory Porter: Voz  Yosuke Sato: Saxo  /  Chip Crawford: Piano  /  Aaron James: Bajo  /  Emanuel Harrold: Batería  

Miércoles 12 de Marzo de 2014   /   20.00h   /   Teatro Campos Elíseos (Bilbao)   /   6 euros.

 Música:  7.5    
 Sonido:  8      
 Escena:  8      
 Favorita:  "Liquid spirit"

No encontrarás ninguna fotografía o filmación de Gregory Porter sin su misteriosa gorra. Y preguntado,  siempre responde lo mismo: "Es una forma de diferenciarme. Thelonious Monk llevaba su sombrerito. Yo necesito mi gorra".

No soy un gran fan de la actualidad musical, para qué voy a mentir. Ni siquiera de lo que publica el sello Blue Note. No pasa de resultarme música simpática, bien hecha y demás, pero a la que siempre le falta algo. El mismo Porter ha nombrado a Thelonious, por algo será. Es difícil que los músicos de ahora reflejen la crudeza de aquellos días heróicos. Podías vivir en un contenedor de basura y tener una dentadura caduca, pero cada noche estabas escribiendo la historia del jazz con tu trompeta. Ya ni Blue Note es así. ¡Si hasta el notas Jeff Bridges tiene un disco con ellos! 

Gregory Porter y su inseparable gorra, tan elegante como su música (Fotografía: Blue Note)























A Gregory Porter le han dado el Grammy a mejor disco vocal de jazz de 2013. A mí cuando escucho la palabra "Grammy" me vienen a la cabeza Beyoncé y bodrios del estilo, así que pasemos directamente al bolo. El teatro Campos Elíseos estaba completamente lleno (el precio amigo de la entrada ayuda mucho) y la banda salió sin el sheriff para arrancar con los primeros compases. Los cuatro músicos son los mismos que han grabado los dos últimos discos. Sólo eso ya habla muy bien de Porter y además garantiza una compenetración que se nota y agradece. 

Al minuto escaso aparece Gregory, con un elegante traje a medida, corbata salmón y pañuelo a juego y, claro, su gorra. Y empieza igual que lo hace su penúltimo disco, con "Painted on canvas", sutil y apuntando ya muy alto. Porter no tiene problemas para confeccionar un repertorio sólido y elegante que se nutre a partes iguales de "Be good" (Motema, 2012) y "Liquid spirit" (Blue Note, 2013) De su primer disco sólo interpretó "1960 what?", que resultó un tanto fuera de lugar por sus pinceladas hip hop. El resultado fue lo suficientemente ecléctico y variado como para satisfacer a los más escépticos, tanto que llegado el momento jugueteó con "Hit the road jack", de Ray Charles, interpretó y dedicó a su madre "Mother´s song", o nos hizo mover los pies con la gospeliana y palmera "Liquid spirit". El momento más soulero llegó via Motown con "Hey Laura" y se arrimaron al hard bop con rollo crooner en "Lonesome lover". Porter hizo uso en un par de ocasiones de un rudimentario español para conectar con un público al que ya estaba cayendo bien. Eso sí, cuando solicitó acompañamiento en inglés, apenas obtuvo respuesta. Es que nuestro nivel medio no da para mucho.

Momento álgido en los bises, con un "Quizás, quizás, quizás" sorprendentemente latino y apasionado (Porter es un gran admirador de Nat King Cole, de ahí el juego de palabras del título de esta crónica) y "Water under bridges", ya apoyado únicamente en el piano.

La banda en plena faena bilbaína (Fotografía: Isa M-A)

La banda estuvo soberbia, comedida y efectiva a la vez. Titánico el trabajo del baterista, al que vimos muy suelto y sobrado, combinando incluso escobilla y baqueta al mismo tiempo (un tipo que usa gafas de sol en interiores tiene que tocar bien por narices) El asiático saxofonista desplegó un amplio catálogo de recursos, combinando velocísimos solos de jazz más o menos clásico (bebop, hard, algo de modal) hasta el acompañamiento más almibarado en las baladas. Nos gustó a rabiar. Porter también dejó espacio para algunas florituras de contrabajo y piano (de cola, por supuesto) aunque éstos estuvieron más sobrios que sus compañeros del ala derecha del escenario. Si nos ponemos muy exigentes, sí que les faltó ese toque canalla de músico de jazz que toca para ganarse la vida, aunque seguro que tampoco les importa demasiado.

Gregory Porter es un tipo tirando a corpulento, lo que debería ser una ventaja para un cantante (argumento que desmonta Sinatra de inmediato) y que posee un control sobre la voz que le permite enfrentarse a cualquier cosa que se le ponga delante. Y muy cómodo ataca material en el que recuerda al primer Stevie Wonder, o a Marvin Gaye, pero sólo es eso, porque sí es cierto que ha construido un universo vocal tan personal como su elegante y original atuendo.

El evento estaba encuadrado en el ciclo 365 Jazz Bilbao, programación que abarca casi todo el año y que ofrece, a precio de saldo, conciertos tan buenos como este. Nos veremos por allí.

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