jueves, 16 de enero de 2014

GRANT GREEN: EL GENIO QUE NO PUDO REINAR

El Holy Barbarian era un club de la ciudad de Saint Louis con objetivos ambiciosos: blancos y negros mezclados, bailarinas de striptease, artistas bohemios, licores de dudosa procedencia y peor aún, música en directo. En fin, que tenía todas las papeletas para ser precintado por la policía. Duró cuatro meses abierto, lo justo como para que el saxofonista Lou Donaldson, que se encontraba de gira por la ciudad, entrara una noche de Febrero de 1960 a tomar algo.

Lo que vió allí debió descolocarle: La banda era realmente buena, pero el jovencito negro de la Stratocaster sobresalía sobre los demás. Sí, era Grant Green, Donaldson se lo llevó de gira primero y a la Gran Manzana después para confirmar uno de los fichajes más sonados de Blue Note.

   Un sonriente Grant Green con su Gibson ES 330, fotografiado por Francis Wolf en Van Gelder Studio.

Tengo bastantes amigos que tocan la guitarra. Hay varios que lo hacen realmente bien, y alguno incluso tiene buen gusto para la música. Pero casi todos ellos tienen una cosa en común: No saben quién es Grant Green.
 
Grant Green es, con diferencia, el músico que más discos grabó como líder para el sello Blue Note: 29 de sus 34 trabajos los editó la escudería azul, siendo la etapa 1961-1964 la más fructífera, en la que publicó.... ¡20 discos!  Además participó como acompañante en bastantes más. Y esto es una forma de hablar, porque desde luego hacía mucho más que "acompañar".

Green tenía un control del fraseo absoluto, con una fluidez y una capacidad para la improvisación a las seis cuerdas que nadie ha sido capaz de superar. Sé que me estoy adentrando en un terreno de arenas movedizas, de una subjetividad que reconozco, pero es que yo nunca sería capaz de soportar a nadie haciendo interminables solos escala-para-arriba-escala-para-abajo. A nadie excepto a Grant Green. Su forma de pulsar las cuerdas, siempre con púa, su intuición al construir los fraseos, su elegancia, su espíritu intrépido y su sonido preciosista y balanceado lo convierten en una excepción que confirma la regla. Su forma de utilizar el instrumento es absolutamente personal, no esperes un aburrido virtuoso con el ego a punto de reventar. Lo que Grant Green toca en cada momento está destinado a fascinar a su audiencia, a engrandecer la pieza en la que participa. Por eso escucharle es tan ameno.

  Sesión de "Feelin´ the spirit" (1962) Al fondo, Herbie Hancock. Fotografía: Francis Wolf.

Ya hemos comentado en este blog lo bien que ligan las guitarras y el Hammond B-3. Green gustaba de tocar en trío, acompañado únicamente de órgano (Jack McDuff, Baby Face Willette...) y batería (Elvin Jones) Así se las apañaba con su propia banda, pero también podemos encontrar sesiones de otros en los que se sale. Ejemplos: "Into something´" de Larry Young,  "Good gracious!", de Lou Donaldson o "Blue&sentimental" de Ike Quebec.

Existe cierto consenso en que "Idle moments" es su mejor disco. Su discografía es tan variada que es difícil recomendar por donde empezar. A mí personalmente me gusta mucho "Live at the lighthouse", un directo incendiario grabado en Hermosa beach. "Solid" tiene ese regusto pre-acid jazz (acompañado de la sección rítmica de Coltrane, toma ya) y "Matador" es prácticamente perfecto. Imposible elegir uno sólo.

Sus guitarras favoritas

A lo largo de su carrera, Green utilizó varias guitarras. La Fender Stratocaster de sus inicios es anecdótica, ya que por entonces no era estrictamente un músico de jazz (tocaba boogie-woogie y R&B) Pronto se pasaría a las guitarras de caja. Comenzó con una Gibson ES-330 (semisólida), para después añadir una Gibson L7 (archtop) y una Epiphone Emperor a su arsenal. Estos eran modelos del catálogo regular de Gibson a los que Grant ya acostumbraba a realizar modificaciones (principalmente la sustitución de las pastillas P90 originales)

Su instrumento definitivo fue construido a mano por el luthier neoyorquino D´Aquisto. Según su hijo, pasaba días enteros colgado de su mástil, y nunca dejaba de sorprenderse por sus sonidos. Tras su muerte fue adquirida por George Benson, quién años después la vendería al luthier Rudy Pensa para exponerla en su tienda de Times Square. Precisamente Benson cuenta que Grant conseguía ese sonido tan percutivo ajustando en su amplificador al mínimo los controles de bajos y agudos y al máximo los medios. Los amplificadores que se asocian a su característico sonido eran un Fender Tweed Deluxe y un Ampeg Gemini, más que nada porque eran los disponibles en el Van Gelder Studio.

Grant Green probó con muchos estilos
A Grant Green le interesaban muchos estilos, y así lo demostró a lo largo de su prolija discografía: hard bop, latin-jazz, gospel, funky, soul, bebop e incluso folk y country. No tenía problemas para desenvolverse con pasmosa facilidad en un rango que abarcaba desde lentísimas baladas hasta desenfrenadas y enérgicas explosiones funk. Y no hagáis mucho caso a los comentarios que aseguran que durante la parte final de su carrera se entregó a los dictados de la industria, con trabajos "más comerciales" (¿eso es malo?) Pueden ser más bailables o saltarines, con un envoltorio mas funky, pero todos desprenden su habitual elegancia.

Guitar hero enganchado no sólo al jazz

Pero Green, a pesar de ser uno de los primeros heroes de la guitarra jazzera (con permiso de Charlie Christian y Django Reindhardt, claro) pasó con más pena que gloria por este mundo. Salvo en instantes muy concretos (el comentado "Idle moments", o su elección por parte de la prensa como joven promesa del jazz en 1962) Grant Green nunca obtuvo ni de lejos el reconocimiento que realmente merecía. Quizás por eso se enganchó a las drogas que ya no abandonaría hasta su muerte. Quizás por eso fue infiel varias veces a su discográfica predilecta, a la que regresaba como un hijo pródigo agobiado por los problemas. Quizás por eso fue dando bandazos de estilo en estilo buscando una flauta que no terminaba de sonar. Incluso hoy en día, cuando se van a cumplir 35 años de su muerte, sigue siendo para muchos un perfecto desconocido. Únicamente en los años 90 disfrutó de un relativo "revival" a cargo de los aficionados al acid jazz, movimiento del cual fue nombrado padrino no oficial.

El fin de su historia no es muy diferente a la de otros compañeros de sello (Leo Parker, Sonny Clark, Ike quebec...) Excelentes compañías sobre el escenario, pero pésimas para salir de juerga (por sus aficiones toxicómanas, claro) Aunque el caso de Green escuece especialmente, ya que nos dejó con 48 años, un 31 de Enero de 1979 perseguido por las deudas y los camellos pero esquivado por el éxito. Su ingente obra no era una promesa, estaba ahí aunque fue ignorada por el gran público  Os recomiendo que le dediquéis algún tiempo. Yo estoy en ello.      

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